Personalized marketing automation 101

Have you ever gone on a website looking for something specific and started receiving recommendations that were completely unrelated to what you were looking for? This problem can be simple to fix…

Smartphone

独家优惠奖金 100% 高达 1 BTC + 180 免费旋转




La playa

(Crónica introspectiva)

Pintura de Pablo Picaso

No me gusta la playa, jamás me ha gustado, eso siempre lo repito. Yo soy de montaña, de cordillera, vengo de altura, de clima frío, me gusta el campo, perderme por senderos, abrazar árboles.

Quizá, todo se remonta a las memorias de mi infancia. En aquella época, los viajes de verano consistían, en vivir el estrés de Chelita, mi mamá, cuando organizaba las benditas vacaciones. Preparaba las maletas de sus tres “pollitos”. Hacía la compra como para un exilio de por vida: víveres y agua, artículos de farmacia, mesas, el parasol de Coca- Cola, sillas plegables y una bombona de gas. Un sencillo cargamento para cuatro días.

Por otro lado, vivía el estrés de Rafa, mi papá, que acondicionaba el carro, lo limpiaba con esmero y dedicación, y se encargaba de toda la parte mecánica y del infaltable repertorio musical. Conducía entre 7 y 10 horas, por carreteras sin piedad, ni misericordia.

Como aperitivo, el casete de autores de los sesentas: Leo Dan, Leonardo Favio, Camilo Sesto, Sandro, seguido de cualquier música regional mexicana interpretada por algún Fernández, un corto bocado de pasillos y boleros y para cerrar estaba el “Agárrense de las manos” del Puma.

Bajaba y me ubicaba en pose de yogui invertida, devolviendo todo con ganas, terminaba con los ojos saltados, lágrimas, mal sabor de boca y zapatos salpicados.

Con el pasar de las horas me despertaba, quizá por la incomodidad de sentir la cabeza húmeda de mi hermana sobre mi hombro, y los pies de mi hermano sobre mis piernas, o tal vez, por el sudor y la sensación pegajosa que afloraba, tan pronto como se divisaba el cambio de vegetación y paisaje.

Antes de dormir, Chelita me bañaba con un apestoso repelente, sobaba todo mi cuerpo, y me metía debajo de un toldo asfixiante. Caía fulminada, arrullada por el zumbido de un zancudo en mi oreja.

El primer día, amanecía con el ojo hinchado como Cuasimodo. Mi mamá, antes de salir me untaba repelente y bronceador de coco. Llegaba a la playa, con mi bikini a rayas, mi balde y pala rojos y las olas que reventaban en la orilla, se cargaban todos mis castillos de arena.

Antes de ingresar al carro, Rafa recordaba:«¡No mancharás el carro con arena!». Acto seguido, un manguerazo con agua fría, hacíamos la sacudida al estilo perrito y tiritando subía mi trasero a una bolsa de plástico que colocaban sobre el asiento.

Años después, en la adolescencia nada mejoró. En mi paseo de fin de bachillerato, fuimos a la playa, pero por alguna razón kármica de última hora, Rafa terminó dentro del bus. No chicos, no alcohol, no arena, si música.

En la época universitaria la situación playera fue distinta, desenfreno total, licor, baile, hoguera, canciones de moda, guitarra, el chico que te gusta, la luna, las estrellas, el coqueteo. Todo parecía perfecto, hasta que me tomé un “Sex on the beach”, que me llevó a purgar y pedir perdón por mi joven vida.

Con mi cuento Disney por los suelos, y la frustración en mi estómago, al día siguiente me subí a una inflable banana acuática. El movimiento intrépido de las olas, nos sacudió, me tumbo al mar y una ola me golpeó. Trague el Pacífico de lleno, y me quedé inconsciente. Al grito de «¡Albuja!» y de los pelos, mi amiga Pauli me rescató.

Ahora vivo en una ciudad con playa. Observo a la gente que se recuesta feliz sobre la arena y enseguida se me despierta una antipatía al ver tanta humanidad expuesta. Me cuestiono con la flacidez y muero de envidia frente a un cuerpo escultural. Todo ese colectivo suelto, que no saldrían a la luz, sino fuera por la época de playa. Los pies desnudos en chanclas, con las uñas que han pasado tanto tiempo resguardadas dentro de un calcetín. La infaltable pelota Nivea que salta de un lado a otro, la ropa transparente, los castillos de arena, los romances de verano, la magia y la ola que se lo lleva todo.

Si te gustó puedes seguir con: La siesta

Sígueme en redes sociales: @meditaryescribir

Add a comment

Related posts:

Accelerate Your Career with 25 Proven TIPS For Job Promotion.

This comprehensive guide presents 25 valuable tips to help ambitious employees pave the way to accelerated career advancement. Each tip is accompanied by a detailed explanation to provide a better…

Just 5 minutes of Journaling can change your life

The research suggests that it can help you organize your life and work, improve your focus, and reduce stress and anxiety. Why not start this new pathbreaking habit? Write whatever comes to mind. You…

Kernel Methods

The linear regression algorithm outputs a linear hypothesis for a training set. But what if the data is spread non-linearly? Will the hypothesis be accurate? No. We need another family of models to…